Andrés Rodríguez Flórez: vocación, dedicación y legado

El día del maestro, fecha significativamente encomiable, dedicada a enaltecer el esfuerzo de los maestros, pero sobre todo a distinguir el impacto transformador de los educadores en el tejido de la sociedad. En este contexto, destaca la figura reluciente de Andrés Rodríguez Flórez, distinguido cariñosamente como – Profesor Andrés -, su vocación de servicio fue un entrañable ejemplo de entrega, de innovación y amor por la enseñanza. Su vida profesional, abarcó más de treinta años, estuvo circunscrita a los compromisos inquebrantables por la educación inclusiva e indudablemente de calidad, sin importar las circunstancias de sus estudiantes.

Inició su ejercicio profesional en un centro educativo rural, desde allí se destacó en su enfoque innovador, su capacidad de inspirar no solo a sus estudiantes sino al pleno de la comunidad. ferviente discípulo de Celestin Freinet, adoptó métodos educativos progresistas que ponían al estudiante en el centro del proceso de aprendizaje, implementando talleres, correspondencia escolar y la creación comunicacional de periódicos escolares, práctica que fomentó el interés por el pensamiento crítico y el trabajo colaborativo. Además, abrazó los principios de la Escuela Nueva, promoviendo el aprendizaje participativo y autónomo, donde el maestro es el facilitador y el estudiante el protagonista de su propio desarrollo.

durante su carrera, laboró en diversas instituciones educativas del municipio de Chinú, siendo especialmente recordado en la – escuela – de la Panamá y en la Institución Educativa Cacaotal. Más allá de su labor como docente de aula, mi padre se consagró a la formación de otros docentes, organizando talleres, seminarios, para recrear sus conocimientos y experiencias. Su esmero por la profesionalización de la enseñanza lo llevó a ser laureado y exaltado por las autoridades académicas, aunque la mayor satisfacción para él, fue ver a sus estudiantes crecer intelectualmente y alcanzar sus metas.

El legado de Andrés Rodríguez, va mucho más allá de los reconocimientos o los años de servicio. Mi padre, imprimió en mí, su ejemplo, además de ser mi mayor guía e inspiración. Aprendí de él, que la verdadera educación no solo transmite conocimientos, sino que también inculca valores, despierta curiosidad y prepara a los jóvenes para los desafíos de la vida. A sus estudiantes les enseñó el valor de la empatía, la perseverancia y el compromiso social. Su vida mostró que un maestro cambia destinos, deja huellas imborrables en la comunidad y en la familia.

En agosto de 2020, dejó este mundo a causa de la pandemia, dejando un vacío doloroso, pero también una herencia de amor por la educación y el servicio a los demás. Su influencia sigue viva en la comunidad educativa y en quienes tuvimos la fortuna de a aprender de él. En la conmemoración del día del maestro, me siento responsable, orgullo de preservar su legado, reiterando que la labor docente es fundamental para el desarrollo de una sociedad justa y solidaria.

Celebrar el día del maestro es, para mí, una oportunidad para rendir homenaje a mi padre y a todos los educadores que, como él, dedican su vida a la formación de mejores seres humanos. Su legado me motiva a valorar la educación como la herramienta más poderosa en la transformación de vidas y en la edificación de un mejor futuro. Andrés Rodríguez, no solo fue un maestro excepcional, sino también un ejemplo a seguir, su dedicación y amor por el prójimo será la brújula que me guíen en mi trasegar por vida.

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