
Con la esperanza puesta en cada ingrediente y el corazón en cada preparación, un hombre decidió abrir su pequeño negocio de perros calientes justo en la puerta de su casa, ubicada en el barrio El Socorro de Cartagena.
Soñaba con ver filas de clientes y escuchar el chisporroteo constante de la plancha, pero la realidad fue distinta: la primera noche transcurrió en silencio, sin ventas, con él sentado en una silla plástica, mirando con fe el carro donde ofrecía jugos naturales y perros calientes a tan solo $6.000.
Su imagen, captada por un transeúnte y publicada en redes, conmovió a cientos que vieron en él un reflejo de lucha, honestidad y dignidad.
Y ese gesto no quedó solo en un clic. Este jueves, un grupo de jóvenes llegó hasta su casa para probar los perros calientes y demostrarle que no estaba solo. Con sonrisas, videos y palabras de aliento, llenaron su pequeño negocio de vida, como si cada mordisco fuese también un voto de confianza.
Lo que comenzó como una noche vacía se transformó en una historia de esperanza compartida, donde las redes no sirvieron para juzgar, sino para unir corazones alrededor de un carrito de comida y un hombre que no se rindió.
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