
La sed, la incertidumbre y la indignación se apoderan del corregimiento de Bugre, zona rural de Ciénaga de Oro, donde sus habitantes completan más de una semana sin recibir una sola gota de agua potable en sus hogares. Lo que antes era un servicio intermitente se ha transformado en una ausencia total que golpea con fuerza a una población vulnerable que clama por atención urgente.
La situación ya es considerada una emergencia sanitaria. Familias enteras han tenido que recurrir a la compra de agua para suplir sus necesidades básicas, un gasto que muchas no pueden costear. En los escasos momentos en que llega el líquido, la presión es tan baja que apenas permite llenar un balde.
La empresa Aqualia Colombia, encargada del servicio en la zona rural, ha sido duramente cuestionada. Vecinos aseguran que, pese a las reiteradas quejas, la compañía no ha ofrecido respuestas claras ni ha tomado acciones concretas. “No es justo que en pleno siglo XXI sigamos viviendo como si estuviéramos en el olvido”, denunció una líder comunitaria.
Niños y niñas son los más afectados: el acceso limitado al agua vulnera su derecho a la educación, ya que sin condiciones sanitarias mínimas, muchos no pueden asistir con normalidad a clases. Además, la falta del servicio impacta la higiene personal, la preparación de alimentos y la salud general de toda la comunidad.
Ante el silencio institucional, los habitantes de Bugre hacen un llamado urgente a las autoridades locales, departamentales y a la empresa prestadora para restablecer el servicio lo antes posible y realizar mejoras estructurales que garanticen el suministro continuo y digno del recurso más básico para la vida.
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