Murieron en silencio… el veneno estaba en el aire y nadie lo supo

No gritaron. No pidieron ayuda. No rompieron nada.

Solo cerraron las puertas del carro… Y nunca volvieron a abrirlas.

Belkis, de 22 años, y Christopher, de 25, eran jóvenes con sueños. Querían descansar un momento. Tal vez conversar. Quizás dormir antes de regresar a casa. Pero ese instante de tranquilidad se convirtió en el último de sus vidas.

El silencio los mató.

A las seis de la mañana, en el reparto Villa Libertad, Managua, vecinos notaron algo inquietante: un carro llevaba horas estacionado con dos personas adentro. No se movían.

Cuando llegó la Policía, era demasiado tarde. Ambos estaban sin vida.

Habían sido víctimas de algo invisible: monóxido de carbono. Un gas que no huele, no se ve, no se siente. Solo está… hasta que todo se apaga.

El auto estaba cerrado. El motor encendido. Y aunque no estaban en un garaje, ni en un cuarto sellado, el vehículo se convirtió en una cápsula mortal.

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