
En medio de la espesura de la zona rural de Villagarzón, Putumayo, la tensión se convirtió en protagonista de una jornada que parecía rutinaria.
Más de 200 personas rodearon a un grupo de soldados que cumplía con sus labores, intentando retenerlos y exigirles que entregaran sus armas.
La presión, los gritos y la multitud avanzando con determinación hicieron que el aire se llenara de incertidumbre, mientras la línea entre la calma y el caos se hacía cada vez más delgada.
Los uniformados, visiblemente agotados de enfrentar estas situaciones de manera repetida, se negaron a ceder.
La confrontación escaló en cuestión de segundos y el sonido de los disparos quebró el silencio del campo.
Lo que comenzó como un cerco terminó en un enfrentamiento dejando a uno de la comunidad con una herida en su pie producto de un disparo.
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