
La comunidad católica del corregimiento de Bongamella, en San Pelayo, elevó un llamado urgente al obispo de Montería y a las autoridades eclesiásticas para que atiendan la crisis que atraviesa la parroquia local. Según denuncian los feligreses, una disputa entre dos grupos que se autodenominan juntas católicas ha generado fuertes conflictos internos, debilitando la unidad y alejando a los creyentes de la capilla.
Los habitantes aseguran que la situación se ha agravado por el proceder del sacerdote de San Pelayo, a quien califican de “prepotente” y poco conciliador. Señalan que, en lugar de promover la unión, sus decisiones han incrementado las tensiones. Incluso, afirman que cuando se le solicita celebrar una eucaristía en horarios acordados, responde que será únicamente en el momento que él disponga, lo que ha generado inconformidad en la comunidad.
La división quedó en evidencia el pasado fin de semana. El sábado 29 de noviembre se celebró en una vivienda particular una misa con bautismos y primeras comuniones, oficiada por un sacerdote distinto al de la parroquia San Juan de Pelayo. Al día siguiente, domingo 30 de noviembre, se repitió la misma actividad en la parroquia con el sacerdote titular. Para los feligreses, este hecho refleja el nivel de fractura que vive la comunidad religiosa.
Ante este panorama, los habitantes de Bongamella insisten en la necesidad de la presencia del obispo de Montería para mediar y poner fin a lo que califican como una “problemática religiosa absurda” que mantiene dividido al pueblo. “La gente casi no va a misa”, expresaron, reiterando su llamado a las autoridades eclesiásticas para que se restablezca la armonía y el respeto en la vida parroquial.
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