
En la vereda Changa, una región rica en biodiversidad que se extiende por las estribaciones del Parque Nacional Natural Paramillo, en el municipio de Tierralta, Córdoba, nace una historia donde la identidad, la naturaleza y la educación se entrelazan como un mismo destino.
Desde allí emerge Hermen Domicó Betancur, estudiante del programa de Odontología, integrante del pueblo indígena Embera Katío, y hoy motivo de orgullo para su familia y su comunidad.
En medio de ese entorno natural, Hermen creció aprendiendo el valor del esfuerzo colectivo, principios que hoy lo acompañan en su proceso de formación profesional.
Su camino ha sido posible gracias al apoyo incondicional de su familia, liderada por su madre, Martha Betancourt, quien ha sembrado en sus hijos la convicción de que la educación es una herramienta de dignidad y transformación.
A su lado ha estado su hermana Gladys Domicó Betancourt, acompañando con orgullo cada logro alcanzado.

Esta historia familiar ya ha dejado huella en la educación superior: Liliana Domicó, otra de sus hijas, se graduó como ingeniera civil en Unisinú, demostrando que desde los territorios indígenas también se construye país con conocimiento, disciplina y compromiso.
Durante el grado solemne, la presencia de sus familiares, entre ellos, su novia, portando con dignidad los símbolos de su cultura, fue un mensaje contundente: estudiar no implica renunciar a las raíces. Por el contrario, significa proyectarlas hacia nuevos escenarios.
Para la comunidad Embera Katío de Changa, Hermen representa a uno de sus hijos más queridos que lucha por sus sueños y se convierte en referente para las nuevas generaciones.

Hermen Domicó Betancur no solo se forma como profesional de la salud; se consolida como símbolo de resistencia cultural, amor por el territorio y futuro posible.
Desde Changa, donde la selva guarda memoria y la biodiversidad es vida, hasta las aulas universitarias, su recorrido deja un mensaje claro y poderoso: sí se puede.
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