
Lo que comenzó como una llamada fraudulenta terminó convirtiéndose en una reveladora exposición sobre el funcionamiento de las estafas digitales en Colombia. El pasado 23 de diciembre de 2025, la periodista Camila Zuluaga sostuvo al aire una conversación con un presunto delincuente que intentaba apoderarse de su cuenta de WhatsApp y que, sin percatarse, terminó explicando las tácticas y el lenguaje usados por estas redes que operan desde centros penitenciarios.
El intento de engaño giró en torno al conocido código de verificación de seis dígitos de WhatsApp, clave para tomar control de una cuenta. Lejos de caer en la trampa, la comunicadora permitió que el diálogo avanzara, dejando al descubierto la forma en que los estafadores presionan, manipulan e incluso se burlan de sus víctimas. Durante la llamada, el sujeto evitó mencionar directamente que estaba privado de la libertad y utilizó el término “la universidad”, una expresión habitual entre quienes delinquen desde prisión.
Solo tras la insistencia de Zuluaga, el hombre terminó admitiendo con sarcasmo que estaba “ay, en la cárcel”, sin mostrar temor alguno por las consecuencias legales. Incluso insinuó, sin dar detalles, que se encontraba recluido cerca del lugar de residencia de la supuesta víctima, una estrategia usada para intimidar y generar sensación de cercanía. Tras colgar, la periodista explicó en Blu Radio que este tipo de lenguaje es común dentro de las cárceles, donde muchos delincuentes aprenden nuevas modalidades de fraude.
La conversación también evidenció el tono intimidante y cambiante que emplean estos estafadores, alternando amabilidad con insultos para confundir o someter a quien responde. En un momento, el presunto delincuente lanzó frases como “¡Oye, por favor, bobita! ¡Oye! ¿Qué pasa? Estás lenta. Pero no eres tan bobita, no te dejas de quitar WhatsApp por lo menos”, dejando claro que el objetivo final es apoderarse de la cuenta para pedir dinero a contactos cercanos. El caso volvió a encender las alertas sobre las llamadas desde cárceles y reforzó una regla básica de seguridad digital: ningún código de verificación debe compartirse bajo ninguna circunstancia.
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