
La violencia entre barristas vuelve a cobrar una vida en Colombia. En las últimas horas se confirmó el asesinato de Diego Muñoz, conocido entre sus compañeros como “Chispas”, integrante de la barra Los Piratas del Atlético Nacional.
Según versiones preliminares, Muñoz fue atacado con arma blanca por otro miembro de la misma hinchada, tras una discusión sobre qué región del país representaba con mayor fervor los colores “verdolagas”. Lo que inició como una conversación apasionada entre seguidores del club, terminó en tragedia.
Diego Muñoz, de apenas 24 años, era padre de un niño de tres años. Se ganaba la vida vendiendo mazamorra entre semana, y era conocido por seguir a Atlético Nacional por todo el territorio nacional. Sus allegados lo recuerdan como un joven trabajador, entregado a su familia y profundamente apasionado por el fútbol.
Este lamentable suceso ha generado una ola de rechazo en redes sociales y entre la ciudadanía, que vuelve a exigir medidas más contundentes para erradicar la violencia dentro y fuera de los estadios. El caso ha reabierto el debate sobre el rol de las barras organizadas y los límites de la pasión futbolera en el país.
Las autoridades ya iniciaron las investigaciones pertinentes y trabajan en la identificación y captura del agresor, quien se dio a la fuga tras el ataque.
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