La noche en Nazareth, La Guajira, se tiñó de fuego y llanto. La comunidad, desbordada por la rabia y el dolor, no encontró otra forma de exigir justicia que prenderle fuego a la estación de Policía.
Momentos antes, un joven de la zona había perdido la vida tras recibir varios disparos por parte de uniformados, en lo que muchos aseguran fue un grave error.
Las llamas no solo consumieron paredes, sino también la calma de un pueblo que clama respuestas. Entre los gritos de la multitud, alguien derramó gasolina en la entrada y, sin titubeos, encendió la chispa del desespero colectivo.
En medio del caos, una mujer de la comunidad y un agente de turno fueron alcanzados por el fuego, sus piernas ardieron mientras intentaban huir del infierno que ellos mismos jamás imaginaron.
Las imágenes del incendio, grabadas entre sollozos y celulares temblorosos, quedarán como testigo de una noche en la que la furia superó al miedo y la tragedia caló hondo en el corazón de Nazareth.
Se el primero en dejar un comentario