
En Sabanalarga, Atlántico, una familia vive hoy una amarga tristeza que nunca imaginaron.
Sebastián Andrés, un joven universitario con un futuro prometedor, reconocido en su municipio por su talento en el baloncesto y por pertenecer a un hogar lleno de valores, tomó un rumbo distinto al que su madre y sus seres queridos le pedían.
A pesar de los consejos y las advertencias, prefirió rodearse de amistades que lo llevaron por un camino que terminó apagando sus sueños.
La noche del miércoles se convirtió en escenario de la decisión más desafortunada de su vida. Junto a un cómplice, Sebastián se trasladó hasta Baranoa, donde intimidó a un motociclista para despojarlo de su vehículo.
Con la moto en sus manos, regresaron hacia Sabanalarga, pero el retorno estuvo marcado por el cerco de las autoridades que ya los seguían de cerca. Fue entonces cuando, en medio de un intento por evadir a la Policía, la situación se tornó en un hecho sin retorno.
Hoy, su partida deja un dolor profundo en su familia, que siempre lo vio como un muchacho noble, disciplinado en el deporte y con sueños académicos.
El recuerdo de su sonrisa y la frustración de lo que pudo ser, se mezclan con el lamento de una madre que nunca dejó de aconsejarlo.
La historia de Sebastián refleja cómo las malas decisiones y las malas influencias pueden truncar la vida de quienes tenían todo para brillar.
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