El 17 de julio marcó un antes y un después en la vida de una madre que solo buscaba proteger a su pequeño Axel David Vides Iguarán, de cinco años.
Ese día lo llevó a su cita médica para aplicarle las vacunas correspondientes al esquema de su edad. Recibió cinco en total.
Aunque la madre se mostró preocupada por la cantidad, la médica tratante le aseguró que era un procedimiento normal. Sin embargo, tras la aplicación, Axel comenzó a presentar fiebre, escalofríos y un malestar que fue en aumento.
Su madre notó la hinchazón de uno de sus brazos y trató de calmar sus temores pensando que era parte del proceso, pero algo dentro de ella le decía que no todo estaba bien.
La madrugada del 20 de julio fue devastadora. Axel comenzó a tener problemas para respirar, y su madre, sin pensarlo dos veces, lo alumbró con una linterna y se dio cuenta de que su color de piel había cambiado.
Alarmada, salió de inmediato de casa y, como si el destino lo hubiera previsto, encontró dos ambulancias en la esquina. Una de ellas los recogió y lo llevó a la clínica más cercana.
Allí, su mundo se detuvo: los médicos le confirmaron que Axel había fallecido por lo que llamaron “muerte súbita del infante”.
Hoy, en medio del dolor, esta madre exige respuestas y claridad sobre lo que realmente pasó con su hijo, un niño que se fue demasiado pronto tras una cita que parecía rutinaria.
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