
El dolor embarga al barrio Evaristo Sourdis, en Barranquilla, tras la muerte del patrullero José Daniel Valera Narváez, de 24 años, quien perdió la vida en el ataque con dron bomba que derribó un helicóptero Black Hawk de la Policía en zona rural de Amalfi, Antioquia. En el hecho murieron seis uniformados y siete más resultaron heridos.
Su padre, Henry Valero Castro, narró que el joven llevaba tiempo pidiendo un cambio en su vida profesional.
“Mi hijo iba para cinco años en la institución, pero últimamente no quería volver al monte. Como había hecho el curso antinarcóticos, siempre estaba en operaciones, pero él me decía: ‘Papi, yo ya estoy aburrido de esto, quiero pedir el traslado para la Costa o dar la baja para trabajar en vigilancia’”, relató.
El progenitor también recordó el último diálogo que sostuvo con su hijo un día antes del ataque:
“Yo hablé con él el miércoles 20 de agosto. Ese fue el último día que conversamos. Como siempre, le dije: ‘Hijo, bendiciones’. Y él me respondió: ‘Amén, papi’… El jueves no pude hablar con él y en la tarde me dieron la triste noticia. Al principio no me la querían decir, después fue mí otro hijo quien me llamó: ‘Papi, siéntese… a José Daniel lo derribó un dron, estaba en el helicóptero’. No sabíamos si estaba herido o muerto, sino hasta la noche que vino una patrulla de la Policía y confirmó lo peor”, contó.
La comunidad del barrio lo recuerda como un joven alegre, disciplinado y cercano a su familia. Hoy, Barranquilla lo despide con honores y en medio de la tristeza por la partida de un patrullero que soñaba con dejar la guerra atrás.
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