Una imagen estremecedora conmovió al municipio de Pivijay este lunes: un padre, consumido por el dolor, cargó en sus brazos el cuerpo sin vida de su hijo asesinado y lo trasladó en su motocicleta hasta el cementerio local para darle sepultura.
El desgarrador episodio ocurrió en una polvorienta calle del pueblo, en medio del más absoluto abandono institucional. No hubo presencia policial, ni ambulancias, ni acordonamientos. Solo el padre, su hijo fallecido y una moto convertida en improvisado vehículo fúnebre. Testigos aseguran que, entre lágrimas, el hombre levantó con delicadeza el cuerpo de su hijo del pavimento, y lo acomodó con una ternura que contrastaba con la crudeza de la escena.
La víctima, un joven cuya identidad se mantiene en reserva por respeto a su familia, fue hallada sin signos vitales en plena vía pública. Vecinos de la zona afirman que no tenía antecedentes ni conflictos conocidos, aunque en esta región del Magdalena la violencia se ha vuelto tan habitual como el silencio de las autoridades.
La imagen del padre conduciendo su moto con el cuerpo de su hijo a cuestas se convirtió rápidamente en símbolo de abandono estatal. Habitantes de Pivijay denuncian que los crímenes quedan impunes y que son los familiares quienes terminan asumiendo responsabilidades que corresponden al Estado.
Este caso ha despertado indignación en redes sociales y entre líderes comunitarios, quienes exigen respuestas urgentes y medidas concretas. Mientras tanto, este padre ya hizo lo inconcebible: sepultar a su hijo sin justicia, sin apoyo, acompañado únicamente por el peso devastador de su amor.
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