Wilmer Guerra emprendió un viaje desde Venezuela con una sola misión: encontrar a su hija Wilmari Guerra, desaparecida hace un año y ocho meses. Su búsqueda terminó en tragedia el pasado 22 de mayo, cuando hallaron el cuerpo de la joven enterrado en una finca de Manatí, Atlántico.
Wilmari, de 32 años, había migrado a Colombia en busca de oportunidades, pero su historia se suma a la dolorosa lista de feminicidios en el país. Las autoridades señalan como principal sospechoso a su expareja, Franklin Trillos Yance, quien está prófugo y habría amenazado con asesinarla. Grabaciones obtenidas por los investigadores lo vinculan directamente al crimen.
Wilmer Guerra recorrió pueblos, habló con desconocidos e insistió ante las autoridades, pero fue su intuición la que lo llevó hasta la finca donde encontraron el cuerpo de su hija. Con el corazón destrozado, pero la determinación intacta, asegura que no regresará a Venezuela hasta ver tras las rejas al responsable.
El caso está en manos de la Fiscalía, y la familia espera que en los próximos días se produzcan capturas. Mientras tanto, la historia de Wilmer Guerra se convierte en un símbolo de amor, resistencia y de la cruda realidad de cientos de familias que buscan a sus seres queridos en medio del abandono institucional.
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